Tras un mes en «El Camino del Norte»

De San Sebastián a Finisterre

(15 de Mayo a 13 de Junio de 2016)

Hace unos pocos días que volví, ayer el primer día que trabaje… me sentí deambulando toda la tarde por el supermercado que suelo vigilar. En ese estado neutro, inerte y ausente de mi mismo en el que suelo estar la mayor parte del tiempo cuando me disfrazo.

Estoy en esa etapa en la que me siento algo raro, desordenado por dentro, tras un mes andando a pie una distancia de casi 900 km desde San Sebastián a Finisterre. No estaba seguro de poder hacerlo ya que anteriormente he tenido bastantes problemas físicos en estas situaciones. Pero me sentí muy fuerte a los pocos días, mi cuerpo y mi mente se adaptaron bien y acabé haciendo etapas de entre 30 y 40 km, o la última a Finisterre de 50.

Hace un par de años que empecé a hacer el camino de Santiago, entonces cumplía con el típico perfil de corazón roto arruinado que decide perderse para ver que hacer con su vida. Nunca había estado más de once o doce días seguidos, y siempre me quedaba con ganas de más. En esos caminos encontraba una gente extraña, con una mirada serena al horizonte, color de piel oscuro y un andar firme adaptado al peso de sus castigadas mochilas. Eran gente que ya llevaban sobre un mes haciendo eso de convertir su vida en levantarse y caminar. Tenía ganas de disfrutar de esa experiencia, así que este año decidí coger el mes completo de vacaciones y emplearlo en eso mismo.DSC_0623.JPG

Las experiencias anteriores me sirvieron para saber lo que necesito. Cuando llegó el día, con impaciencia, poco después de terminar mi jornada laboral, me subí a un autobús que me dejaría en San Sebastián a las 6 de la mañana… y allí empecé a caminar.

Nunca había estado en la mayoría de los sitios que visitaría durante ese mes. Llevaba mi libreta donde pensaba apuntar todo lo que viviría y pensaba, como suelo hacer en estos viajes. No es una obligación, si no que simplemente me apetece a veces. Aunque últimamente escribo menos. Supongo que ya me adapté a mi corazón roto y no estoy normalmente triste… parece que la tristeza es mi mayor inspiradora, aunque no la única.

Los primeros días eran similares a las anteriores veces que estuve en el camino: Sensación de libertad tras romper con la rutina, sitios nuevos, conocer gente… muy buena gente. Caminar por la mañana, risas y vino o sidra por las noches. Algunos momentos solitarios, caminar solo, ampollas, caminar acompañado…

Elegí el Camino del Norte por ser menos turístico que el Francés, que ya había recorrido en su mayoría. Desde el principio los paisajes eran espectaculares. La gente del País Vasco muy peculiar, en un buen sentido. Había poca presencia de albergues, y algo caros… Notaba que había cierta presión por llegar antes que otros peregrinos para encontrar plaza. No iba allí a sentir ninguna presión así que cuando pasé a los pocos días por Bilbao me acerqué a una tienda deportiva y compré una tienda de campaña y una colchoneta hinchable. 2,5 kg más que añadiría a mi mochila a cambio de más sensación de libertad. Voy a ir a mi ritmo, llegaré cuando quiera, y si me apetece o no tengo más remedio, montaré la tienda y dormiré en el lugar que me plazca… que sea o no legal, me da lo mismo.

Disfruté de tres extrañas noches muy especiales en esa tienda.

No éramos muchos peregrinos pero más de los que esperaba. Todos nos conocíamos más o menos, aunque fuera solo de vista. Otros nos fuimos uniendo más y esos días fueron una mezcla de reencuentros, despedidas y más reencuentros.

Yo encontraba mis ratos para escribir en la libreta lo que me iba sucediendo, las cosas que iba pensando… metódicamente. Siempre con las secuelas de esa vida que tuve en la que intentaba registrarlo y controlarlo todo.

Tras unos diez días de estar allí hablaba con mi gente, que ya sentía como hermanos, lo curioso que era el hecho de que las reglas del tiempo cambian cuando eres solo un caminante. Parecía muy lejano el día en el que empezamos a caminar, como el día en el que nos habíamos conocido. Y mucho más el día en que todo esto acabaría. Definíamos ese conjunto de sensaciones como el “vivir una vida dentro de una vida”. Estas conversaciones desaparecieron con el tiempo porque la sensación se convirtió en nuestra vida habitual. No era algo destacado. Tras unos días más, al encontrar a nuevos peregrinos que te hablaban ilusionados sobre estas sensaciones que tenían, te sorprendías porque percibías la conversación como algo banal, como hablar del sol que hace.

Al principio también era curioso saber por la cantidad de poblaciones que íbamos pasando. Pero llegó un momento en el que ya me daba igual. Las poblaciones se convirtieron solo en agrupaciones de casas y personas por entre las que yo caminaba. Tampoco sabía el día de la semana en el que me encontraba… me sorprendían los domingos porque de repente me encontraba con las tiendas cerradas, en aquellos lugares en que había alguna.

Creo que llegué incluso a acostumbrarme más a las vacas que a las personas. Recuerdo muchas miradas curiosas de vacas, no son miradas vacías… son miradas de consciencias. Y me hacían pensar sobre algunas cosas que hacemos con nuestro mundo. Fui un tiempo vegetariano, durante unos seis meses… No podría comer carne si fuera yo el que tuviera que destruir esas miradas. Que cómodo y cobarde es comprar la carne en bandejas.

No pasó muchas veces pero de vez en cuando cruzábamos alguna ciudad más grande. O incluso monstruos industriales como Gijón. Había momentos en los que andaba por la carretera y me asustaban los camiones cuando pasaban a mi lado. El aire lo notaba más tóxico que nunca. Sentía un poco de asco por estar allí. Esta vez ignoré las etapas planificadas que encontraba en algunas guías y, a no ser que no hubiera más remedio, evitaba las ciudades grandes y pernoctaba en aldeas o pueblos pequeños. No buscaba turismo, museos o catedrales. Con pasar por delante y dedicarles una mirada tenía bastante. En Guernica fui a un museo y me sentí absurdo.

Mi cuerpo, como decía, se adaptó bien. Pero hubieron etapas muy duras que me pusieron a prueba. Aprendí a reconocer y manejar estados de ánimo con los que no estaba tan familiarizado. El agotamiento físico te influye mucho más anímicamente de lo que te puedes imaginar. La visión del mundo cambia completamente entre antes y después de sentarse diez minutos y tomarte un puñado de frutos secos, una manzana o un trozo de chocolate antes de seguir caminando unos kilómetros más. Creo que me crezco en situaciones adversas y cuando aparece como posible la opción de abandonar, con dolores, lluvia y agotamiento frente a una pendiente que veo subir y que no sabes cuando acabará a diez kilómetros del final de la etapa, es cuando me siento más fuerte. No me gusta perder … – No podrá conmigo. – me decía, como si tuviera algún enemigo imaginario al que vencer.

También me sorprendo a veces llorando: Pequeños sollozos, alguna lágrima… Tal vez zonas oscuras de ti mismo con las que te tropiezas en el camino, o el agotamiento… Esos estados de ánimo casi desconocidos de los que hablaba. Realmente no sé porqué pasa, pero sé que nos pasa a todos. También encuentras abrazos, besos, cariño de gente que no volverás a ver y de la que te despides sin tristeza, o ni siquiera te despides. También cambian las normas sociales.

Sin la gente la experiencia se quedaría algo vacía en esta vida dentro de una vida. Conocí muy buenas personas, como ya he comentado. Incluso alguien que arañaba una parte no recuperada en mí. Puedo ser muy fuerte ante situaciones adversas, de riesgo, ante personas conflictivas en mi trabajo. Pero me venció inesperadamente una pequeña italiana de 23 años. Una chica con el corazón roto y con una fuerza que me sorprendía.  Despertaba en mi cierta obligación de protegerla por su falsa apariencia de fragilidad, y era como mi pequeña hermanita del camino. Pero hubo un día en el que nos encontramos dándonos cariño en la misma tienda, y ahí empecé a perder un poco el control sobre mí mismo. No me gusta sentirme vulnerable, pero tampoco me gusta perderme experiencias por mi miedo. Pasamos buenos ratos, dormimos algunas noches, pero no soportaba el cambio de estados de ánimo que ella tenía. Ya tenía bastante con los míos. Recibía gestos infinitamente tiernos y cariñosos y en un instante me encontraba con una mirada apartada. Entre esos estados yo con mis cicatrices. Hubo momentos de reírme de mí mismo en la soledad impresionado por mis sensaciones – ¡Que tienes 37 años!- me decía -¿Cómo puedes estar jodido por una niña de 23? – Pero sé que nunca he dejado de ser un niño, y menos en el terreno sentimental.

Así que parte de este camino se convirtió en momentos de cordura o locura, no sé bien, en los que decidía avanzar y dejarme este tema detrás. Pero para mi sorpresa me la encontraba dos días después… La niña se había hecho 50 km, o había cambiado de idea en el último momento y en lugar del desvío al camino primitivo había decidido continuar por el del norte… Le decía bromeando que era como una ampolla que me salía de vez en cuando en el camino. O que seguro que era un producto de mi imaginación y que en ese momento la gente me estaba viendo hablar solo.

Así de pronto no sé la cantidad de veces que intenté escapar de ella, que tuvimos un cariñoso reencuentro y que de pronto volvía a sentirme ridículo por estar soportando las mareas de un joven corazón roto que más que gustarle yo le gustaba como le hacía sentir… yo ya conozco estas cosas. Logré distanciarme unos pocos días antes de terminar el camino. Sin perder nunca el contacto y buscando más veces de las que quisiera su pequeña silueta en el horizonte. Pero pese a las tensiones sentimentales siempre primó el cariño y la amistad con esta chica. Lo otro fue una interferencia molesta que se me fue de las manos, o no… da igual. Pero no lo veo como algo negativo. ¿Que mejor sitio que este para indagar en esa parte de mí? Además, me he sentido muy bien la mayor parte del tiempo, y no sentirse bien siempre, no es algo malo… es la realidad.

La última parte del camino fue algo más solitaria. Seguía viendo gente conocida pero sin sensación de hermandad, salvo por la pequeña italiana que había estado ahí desde el principio.

Ya había dicho que doce días en el camino te produce cambios en la percepción del mundo, pero hay más cambios cuanto más tiempo llevas: Me desprendí totalmente de mi mismo. La sensación de indiferencia ante muchas cosas aumenta. Incluso dejé de escribir el diario a los quince días aproximadamente… además, escribía prácticamente de lo mismo. Pero sobre todo dejé de escribir porque ya no me apetecía. Hay una extraña sensación de rutina, pero que no es exactamente tal y que aparece a partir de los 20 días. Tampoco hacía fotos, no había ya casi nada nuevo, ni necesidad de registrarlo… pero me encontraba cómodo, bien, aunque algo solitario. Hay una gran barrera por el idioma si no te defiendes bien en inglés, aunque he mejorado bastante en este punto.

Tras creo que unos 27 días de camino llegaba a Arzúa. Donde el camino del norte se unía al Francés. Y la sensación una vez superada esta población fue algo parecido al horror. Todo lleno de turistas disfrazados de peregrinos, llenos de souvenirs colgando de sus pequeñas mochilas… No veía peregrinos de verdad. Incluso alguno paraba para hacerme algo así como una entrevista, si había acampado por ahí, que cuantos km llevaba… poniendo cara de un asombro que yo no merecía. Cada dos km un bar lleno de gente, muchas bicicletas… No recuerdo que fuera esto tan masivo cuando pasé por aquí hace dos años, o puede que sea la sensación derivada de estar tantos días en los que prácticamente solo he visto vacas. Pero fue muy desagradable. La llegada a Santiago no fue mucho mejor. Me senté un rato delante de los andamios de la plaza del Obradoiro, rodeado de una especie de evento preparado para niños en los que había una chica cantando y vehículos de la policía y bomberos haciendo sonar de vez en cuando sus sirenas. A dos metros de mí un quad de la policía en el que se turnaban los niños para subirse encima y girar el acelerador… duré cinco minutos ahí antes de levantarme y caminar los diez km más que me permitieron las fuerzas hasta llegar a un pequeño albergue. Por suerte, después de Santiago de nuevo el camino se percibe más real.

A veces me encontraba en ese estado de “luchando contra el reto” sacando energía de algo parecido a la rabia, en tensión… y de repente me daba cuenta de que me estaba perdiendo el placer de caminar y me proyectaba solo en la meta. Hubo un día en el que me sentí así y  de repente extendí mi pañuelo en el suelo al lado del camino y me dejé tirado ahí como dos horas: inmensamente relajado, solo con el ruido de los pájaros y con la mente casi en silencio. Me fundí con el entorno… Me hacía gracia que algunos peregrinos que pasaron por delante ni me vieron pese a casi pisarme, porque se encontraban en el estado en el que yo estaba un rato antes.

El último día hacia Finisterre me pasó algo parecido… Toda la mañana por montaña empapado por el mal tiempo que hacía. Niebla que apenas te deja ver y esa lluvia extraña de Galicia que más que lluvia son unas gotitas gruesas suspendidas que subestimas pero que te van mojando incluso por dentro, te enfrían, te mojan los pies y empiezan a doler… La etapa sería de unos 50 km y llevaba unos 35 cuando llegué al mediodía a la población costera de Cee. Pense que sería bueno comer un poco y acabar con los 15 km restantes. El primer bar que encontré estaba lleno de peregrinos.. pasé de largo. Había otro más adelante en un estado similar e hice lo mismo. Finalmente me recomendaron una mesón cerca con un menú. Entré y le pregunté al camarero si tenía algo rápido para comer. Me respondió que rápido no, bien… Le dije que pensaba comer algo rápido y continuar los 15 km que me quedaban hasta Finisterre. Entonces me miro fijamente y me dijo –Mira… Lo que tienes que hacer es quitarte todo eso que tienes encima, sentarte ahí, relajarte con un café o algo y luego decides que haces… – Yo me quedé sorprendido porque no era consciente de mi nerviosismo y le respondí tras pensar un momento – Tienes razón. – Entonces me quité la mochila, el impermeable, el pañuelo… me pedí una copa de vino tinto y me senté fuera a relajarme. Me sentó genial. Tuve que esforzarme por no llorar en ese momento en el que paré. Luego entré y me tomé un caldo caliente de primero buenísimo y un plato de carne con patatas mientras veía Los Simpsons, postre, café y tras un momento descansando empecé a ponerme todo de nuevo. – ¿Vas a seguir hasta Finisterre?¿No te quedas entonces? – Me preguntó el camarero – No, seguiré hasta Finisterre – Le respondí. Y tras pagar le dije –Muchas gracias. – Él sabía que no se las daba por la comida. Y nos despedimos, lo hubiera abrazado… Ese último día fue algo raro, siempre lo es.

Fue duro llegar a Finisterre, todo continuaba cubierto por la niebla. Encontré un albergue en el que me duché y descansé un momento antes de continuar con los tres km que me quedaban hasta el faro. Al llegar vi que esta vez no podría ver la puesta de sol, pero me dio igual, por lo menos no llovía. Me senté solo en las rocas, hice un pequeño fuego y me tomé una cerveza antes de soltar ahí mismo una parte de las cenizas de mi madre que había llevado durante todo el camino. Sé que el llevarlas y ese ritual que tenía previsto me dio fuerzas en los momentos en que las necesitaba.

Cuando estaba bajando volviendo al pueblo la niebla empezó a despejarse… y yo me encontraba muy tranquilo, relajado por fin. Fui a una pizzeria porque me apetecía una buena pizza y algo de vino, estaba riquísima. Luego dormí muy bien antes de pasarme el día siguiente volviendo a casa.

Esta vez no me quedé con ganas de más camino… no es que tuviera ganas de acabar, pero ya con esos días fue satisfactorio. Esta vez creo que tardaré algo en volver pero he aprendido mucho sobre lo que realmente me hace falta para seguir viajando en otros lugares. De lo que estoy seguro es de que ya no podré hacerlo de otra forma que no sea con una mochila e improvisando la mayor parte del tiempo, buscando estar lo más cerca posible de la utópica libertad.

Te fuiste.

Triste pero no traumático, y mirada a otro lado como continuando haciendo algo…. Eso digo cuando tengo que explicar a otros como me siento, respuesta ensayada, intentando convencer de que continúo pese a todo con normalidad, con esa aparente fuerza que dicen que me caracteriza y que solo es opacidad.

¿Cómo voy a continuar con normalidad? No ha sido inesperado que te murieras, aunque tampoco era previsible que fuera tan pronto. Pobrecilla… siempre en tu tristeza, atrapada en esas decisiones incomprendidas, en esa salud delicada que tanto te esforzabas por maltratar.

No ha sido fácil conocerte a veces, pero nada ha quedado pendiente por hablar, y no te cambiaría. Tal vez yo tenga apariencia de fuerte, y tú todo lo contrario. Pero yo sé que no ha sido así. Te he visto luchar ferozmente por lo que realmente has considerado importante, siempre primero por nosotros, y luego por ti. Te he visto en todas esas batallas perdidas que poco a poco te han ido desgastando, siempre desanimada, deprimida, agotada, pero eras capaz de encontrar energía infinita cuando hacía falta, hasta que te dio por no despertar aquella tarde. Puede que me alivie un poco que después de tanto sufrir aparentemente el fin haya sido tranquilo, me dijeron que parecía que estabas durmiendo tranquilamente en el sofá.

Has luchado por mantenernos unidos, como lo estamos, incluso por aquellos en los que las circunstancias habrían separado para siempre. Ese fue tu orgullo y tu obra, nada fácil, ese es tu legado madre, y una gran lección. Y aunque estemos repartidos y separados por la distancia. Allí estábamos todos al día siguiente, después de tiempo sin vernos, entre abrazos, risas y alguna escapada para llorarte.

Sé que te habría gustado vernos: Paella en el campo, con la casa llena durmiendo aquella noche como podíamos. Los niños afilando palos y haciendo armas como pequeños salvajes, obligándome a cortarles romero para llenar calcetines o no sé qué cosa, haciéndome  llevadero el peso de esas cenizas que ya me dijiste hace tiempo donde tengo que liberar. A ratos me paraba a pensar que es por ti por lo que estábamos todos allí, pero no porque te habías muerto. Estábamos todos allí como consecuencia de que tú habías existido. Entre el barullo y el cariño, lo que más veía era tu ausencia sentada en el sofá y sonriendo, contenta de que estuviésemos allí.

Cuanto me haces falta todavía. Cuanto echo de menos poder coger el teléfono y que te pongas pesada hablando de tus perritas, o de cualquier otra cosa; o esas veces en las que nos poníamos a hablar claro sobre algún problema y en la que presentabas con fuerza realmente quien eras. No concibo una madre que no sea así: Cariño incondicional, orgullo por otros y sacrificio mezclado con incoherencias que me ponían de los nervios.

Todavía hago el gesto de coger el teléfono en esos intervalos de tiempo que encontraba para llamarte, Intento entender que ya no estás y que nunca más lo estarás. Que el tiempo disponible contigo se terminó. Que ya no me darás esa alegría y ese abrazo cuando me veías después de siempre demasiado tiempo y que tan pocas veces han sido ahora que veo que te has marchado… supongo que lo repetiremos en sueños.

Quiero que al pensar en ti se me escape una sonrisa, aunque venga acompañada de lágrimas; que tu recuerdo sea agradable y bienvenido cuando aparezca; y que aunque no estés, te sientas orgullosa de nosotros, de lo que has hecho en tu vida.

Tú tranquila que ya he quedado con mis hermanas en que a partir de ahora seremos nuestras madres, no estaremos solos. Seguiremos siendo partes de ti cuidando de nosotros.

Camino de Santiago 2015: Etapa 10. Navarrete – Cirueña

Día 10: Navarrete – Cirueña

 28     Octubre 2015

Ruta similar en Wikiloc

Son las 6:00. Me levanto y me tomo un par de cafés solubles que me saben a poco. Tras prepararme para la salida me despido de Liliana, la argentina, que se acababa de levantar, y salgo del albergue para empezar la ruta. Me gusta empezar la mañana con un café con leche decente y si no se me queda la sensación de que me falta algo.

A los pocos metros de salir del albergue me encuentro una cafetería cerrada con una pizarra en la puerta que pone “servimos desayunos desde las 7:00”. También tienen una bolsa de pan en la puerta que habrá dejado algún transportista en su reparto. Faltan unos 15 minutos así que bien, pienso que no pasa nada por esperar un poco. Hoy es el último día de ruta y no tengo ninguna prisa.

Son las 7:05 y siguen sin abrir. Por lo visto se han retrasado un poco. No me gusta mucho esperar, siempre he sido de los que prefieren ir a pie que esperar el autobús, pero no creo que tarden mucho. Por delante de mi pasa Liliana y me pregunta qué hago ahí, le explico mis intenciones cafeinómanas… imagino que me la cruzaré un poco más adelante.

Son las 7:20 y estos cabrones no abren, la ira e impaciencia me empiezan a dominar y me parece muy mal esa falta de respeto en forma de cartelitos que he encontrado ya varias veces hacia los peregrinos en temporada baja. No es tan difícil quitarlos o modificarlos si no van a cumplirlos… Intento borrar la hora como queriendo dejar un mensaje al propietario pero lo que parece en un principio tiza se resiste, así que me coloco la pizarra de 50cm x 1,50m bajo el brazo y me lo llevo. Me acompaña un rato mientras atravieso Navarrete hasta que lo dejo al lado de un contenedor y ya me siento más tranquilo: con los pajaritos, el sol recién salido y estas cosas recupero mi estado de peregrino pacífico.

Poco después, a la salida de Navarrete, veo una mochila amarilla… es la de Liliana, no sé que ha estado haciendo todo este tiempo porque tiene un caminar poderoso. La alcanzo y la saludo de nuevo, me alegra encontrármela y nos reímos un rato explicándole mi acto vandálico mientras le enseño mi mano amarillenta al intentar borrar el “7:00” de la pizarra. Seguimos charlando y caminando juntos hasta que unos km después nos encontramos una cafetería donde decidimos entrar y desayunar. Nos atiende un camarero joven y muy simpático con el que conversamos un rato, de esta gente que encuentras a menudo que disfruta en su trabajo atendiendo y conociendo a peregrinos.

Tras el desayuno continuamos con los 30 Km aproximadamente que tenemos que recorrer hasta Cirueña, no había decidido el destino pero Liliana me comenta que piensa terminar allí hoy y a mí me parece un buen destino además de que estoy disfrutando con la compañía de esta chica. Además, hoy de momento no me duelen demasiado los pies.

Pasado un buen rato, nos encontramos con una bifurcación en el camino sin ninguna señal que nos aclare cuál de las dos opciones tenemos que seguir, lo que nos hace pensar que nos hemos desviado en algún momento de la ruta entretenido por la charla que teníamos. Saco el móvil para orientarme con el GPS y ver donde nos encontramos y veo que hemos avanzado tres kilómetros por otro camino… nos hemos desviado bastante. Busco una ruta alternativa a caminar hacia atrás y que nos lleve de nuevo al camino y encuentro una vía que se cruza con este en la población de Nájera. Con esto tenemos que caminar algún kilómetro más y es una ruta curva pero los paisajes siguen siendo agradables… La gente local con la que nos vamos cruzando nos mira extrañados, imaginando que no sabemos por donde vamos pero muy amables nos intenta ayudar y nos va orientando.

Finalmente llegamos a Nájera, tras unos 6 km más de lo previsto y con los pies ya bastante doloridos. Atravesamos un puente dentro de pueblo que pasa sobre el río Najarilla y me comenta Liliana que estaría genial meter los pies un rato dentro del agua. A mí no se me habría ocurrido pero me parece una idea estupenda así que buscamos un sitio por donde bajar, soltamos las mochilas, nos descalzamos y nos sentamos bajo el puente metiendo los pies dentro del agua que está congeladísima… ¡Que sensación más agradable¡ siento como esos globos que tenía como pies se me deshinchan al momento y el dolor se me pasa casi al instante. Todo un descubrimiento… Creo que a partir de ahora voy a estar metiendo los pies en cualquier riachuelo que encuentre. Me sorprende la capacidad de aguante que tiene esta chica porque yo tengo que sacar los pies de vez en cuando por lo fría que está y ella no… Me la imagino caminando descalza por los glaciares de su tierra natal.

IMG_20151028_115132Tras nuestro merecido descanso continuamos la ruta, son las 14:00 y paramos a comernos un menú en el siguiente pueblo.

Seguimos el camino, ya solo nos quedan 6 o 7 km… Hace un rato ya que me estoy planteando terminar el día de una forma diferente, y no me pienso quedar con las ganas de proponerlo. Estoy a gusto con esta chica y la verdad es que tiene bastante morbo. Así que le comento que si le apetece esta noche podemos saltarnos el albergue y pasar la noche en un sitio más cómodo los dos juntos. Ella me mira sin sorpresa y se empieza a reír, y me responde que mejor que no (Hooooooooooo). – ¿Y para eso he hecho todos estos kilómetros contigo? – Le digo. Nos reímos y le explico que me cae bien y me gusta, y que si no se lo propongo acabaré el día sintiéndome un imbécil. Ella me aclara que para nada se siente incómoda por la propuesta, que no me preocupe. Y seguimos el camino charlando y con el buen rollo que teníamos como hasta entonces, con una breve decepción por mi parte que se disipa en seguida pero ya más abierto por la tranquilidad que da el ser sincero y haber intentado algo que te apetece, aunque no lo consigas. En fin, más metáforas y moralejas del camino… aunque hubiera estado muy bien una lección algo diferente. Me he dado cuenta de que me da morbo el acento argentino y no me gustaría demasiado que fuera por culpa de ver tantos vídeos del filósofo Darío Sztajnszrajber.

Parece que ya casi estamos llegando al destino, vemos un pueblo al final del camino que seguimos cuando empieza a llover. Volvemos a tener los pies doloridos hace ya un rato y al llegar al pueblo nos ocultarnos bajo la entrada del primer edificio que encontramos, que da acceso a un campo de golf, por suerte la lluvia para en 10 minutos.IMG_20151028_160838

Son las 17:00 Deambulamos un buen rato por el pueblo buscando el albergue, sin ver a nadie por las calles, estamos ya algo cansados… Junto a una iglesia nos encontramos a unos vecinos que nos indican que ahí no hay albergue, que estamos en Ciriñuela, no Cirueña, que el próximo albergue está todavía a unos pocos km… y esto desata una carcajada de desesperación por nuestra parte.

Conseguimos orientarnos como podemos por las indicaciones de la carretera, ya que el GPS de mi móvil a dejado de funcionar bien (y no volvería a hacerlo), hasta que finalmente llegamos a Cirueña y nos ponemos a buscar el albergue… nos da igual cual sea, el primero que veamos. Un señor muy amable nos indica y acompaña hasta el albergue Victoria.IMG_20151029_075757

Llamo a un timbre nos abre la puerta la hospitalera y nos pregunta si queremos una habitación privada o albergue… yo sin darme cuenta me quedo pensando en las posibilidades pero Liliana, como leyendo mis pensamientos, responde riéndose que queremos albergue, sacándome de mi breve y lujurioso trance.

Este albergue parece una casa particular en la que se alquilan habitaciones. Un formato algo extraño que al principio, sin saber porqué, me crea algo de desconfianza, pero que en seguida me siento como en casa por el ambiente tan cercano y familiar que se respira allí. Tras descalzarnos nos acompaña a una habitación en la que hay cuatro camas en dos literas dobles. Nos quedamos en una y en la otra hay una pareja joven muy simpáticos de Ávila con los que me he cruzado alguna vez en estos días pero con los que todavía no había hablado.

Calculo que al final habremos hecho unos 40 km hoy y lo noto en los pies y en su colección de ampollas. Me pego una buena ducha y me curo los pies. Fuera llueve y no parece que el pueblo ofrezca mucho que ver, pienso quedarme en el albergue descansando el resto del día. Rondan por el albergue un grupo de franceses ya mayores. Uno de ellos muy simpático y que habla muy bien el español se me presenta y me explica que son un grupo de peregrinos “antiguos” amigos del Camino de Santiago. Que todos ellos, unos trece, ya lo han recorrido varias veces y ahora, algo más entrado en años (unos 70 de media) se dedican a reunirse de vez en cuando y a explorar más detenidamente aquellos lugares por los que otras veces han pasado con más prisa siendo más jóvenes. Ahora se están hospedando unos días en este albergue y cada día salen en coches o autobús y pasan el día viendo iglesias y pueblecitos de la zona. Luego se desplazan a otro sitio donde pasarán otros días más.

Al lado del comedor está la cocina donde una de las hospitaleras (son dos hermanas) está cocinando algo que huele estupendamente. Estoy sentado cómodamente en un sofá con una copa de vino y alterno conversaciones con la lectura de “Guerra mundial Z” hasta que viene la hora de la cenar. Nos sentamos todos en una mesa alargada como una gran familia donde los peregrinos antiguos son la gran mayoría, además de un portugués mayor, la pareja de Ávila, Liliana y yo. Hacemos todos un brindis siguiendo un ritual bastante cómico al que prácticamente nos obligan los franceses y empezamos la cena: deliciosa, con buen vino, y en un excelente ambiente en el que lo pasamos muy bien y nos reímos bastante, sobre todo cuando terminamos con una cata de licores de la zona: orujos, pacharán…Espero no acabar siendo un alcohólico tras estos días.

La gente se va retirando, los cuatro jóvenes nos marchamos los últimos. Ha sido una buena noche, aunque podría haber acabado mejor… en la habitación huele muy bien.

De vuelta:

29     Octubre 2015

Nos levantamos sobre las 7:00 y desayunamos en el comedor. Ya se ha acabado mi camino de momento. A las 8:15 tengo que coger el autobús en una parada cercana que me llevará a Logroño y una vez allí ya me buscaré la vida para llegar a Reus y luego a Tarragona, donde pasaré unos días que me quedan de vacaciones visitando familia.

El resto de peregrinos jóvenes se levantan y preparan su mochila para continuar con su camino… Me despido con un abrazo algo frío de Liliana y espero que disfrute de lo que le queda de camino hasta Finisterre. Siento cierta tristeza y la sensación habitual de que me ha sabido a poco. Nunca son suficientes días. Pero estoy contento y satisfecho. Espero poder algún día poder perderme con mi mochila el tiempo que me apetezca.IMG_20151029_103252crist

Mi desierto…

img_0239Hay personas con las que cualquier contacto despierta en mí esa tormenta interior que desborda en palabras y palabras. No puedo justificarlo, no lo entiendo, pero sucede.

Tengo la manía de intentar sacarle sentido a todo, de querer atraparlo en esas palabras para entenderlo, razonarlo… Sé que es un intento inútil, siempre se queda incompleto. Nunca termina de cuadrar lo que se razona con lo que se siente.

Siempre que profundizo en algo y busco lo esencial, su parte real, lo único que encuentro son fantasías. Estoy de acuerdo en que cualquier búsqueda de sentido es una búsqueda de seguridad,  una consecuencia del miedo… puede que el miedo a esa idea de que lo único a lo que puedo acceder realmente es a mí mismo y de que siempre estaré sólo.

Soy consciente de mi gran desierto, aquello que siempre ha estado. Solo de vez en cuando me ha parecido verlo lleno de vida, pero siempre ha sido solo un sueño. Lo único que hay en él son las lágrimas secas de las fantasías muertas. No es un error ni un defecto, no debería avergonzarme de él, pero se lo muestro a muy pocos. No siempre es bien visto. Y ya no digo entendido, porque ni siquiera yo lo entiendo… solo sé que está ahí, como un instinto más. Un hambre en presión negativa que absorbe lo que encuentra, puede que hasta secarlo con el tiempo.

En mi desierto estabas sentada rodeada de arena y frutos secos de palmera, con un solo pendiente. Al alcance de eso que es mi mano y que estiraba hacia ti, pero que nunca llegaba a tocarte… como cuando tienes uno de esos sueños en los que corres por un pasillo que nunca se termina. Tan cerca, pero a la distancia infinita de esos límites que supuestamente debería de discutir. Pero no voy a discutirte algo en lo que casi estoy de acuerdo. Cada uno es responsable de su propio desierto… y tampoco es justo que yo juegue a hacerte responsable del mío, a que lo habites en forma de una nueva fantasía.

Pero puede que sea lo único que nos queda, que la vida no sea más que un juego de autoengaños e imágenes, sombras y reflejos. Puede que nuestro único alivio no sea más que buscar espejismos.

Podría haber sido de otra forma, podría ser todo de tantas formas… Pocas veces he tenido tantas ganas de cometer errores, de ser tal vez despreciable. De justificarme en excusas.

Dicen que pienso demasiado… pero no dudaría en dejar de pensar contigo. Y aun así… ¿Demasiado bueno? Hay muchas situaciones en las que sería capaz de hacer daño hasta el límite. Pero eso a lo que te refieres, tal vez ese niño vulnerable cuando estoy abierto, esa tristeza escondida tan obvia para algunos a veces… yo necesito mi humanidad. Puede que en el fondo hasta yo mismo sea una fantasía. Pero necesito mantener esa ilusión al menos.

Pese a todo… tal vez algún día podamos permitirnos engañarnos…

Camino de Santiago 2015: Etapa 9. Torres del Río – Navarrete

Día 9: Torres del Río – Navarrete

 27     Octubre 2015

Ruta en Wikiloc

Nos despertamos, desayunamos en el bar y empezamos la marcha… Yo, como camino bastante rápido, me despido pronto de los españoles y avanzo encontrándome solo al poco rato. Hoy ya son muy frecuentes los grandes campos de vides. Me llama la atención que dentro de ellos, a veces, se pueden ver pequeñas islas de árboles, como supervivientes indultados de lo que en otros tiempos serían bosques.

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A unos tres km de la salida del pueblo me encuentro una caseta blanca prefabricada frente a una construcción aparentemente abandonada, sin nada más alrededor. Hay un señor de unos 50 años abriéndola y montando lo que va pareciendo un bar portátil. Decido parar y hacerme un café. El hombre se me presenta como Pepe, muy amable y con ganas de conversar. Veo una cafetera de cápsulas que no me da demasiada confianza y con la que me prepara un café con leche. Cuando todavía no he removido el azúcar ya ha iniciado el relato de su vida y los motivos que lo han llevado allí. Me lo cuenta como si fuera un guión escrito que ha contado decena de veces: Según dice tenía un montón de inversiones, dinero, restaurantes… un día se fue a hacer el camino de Santiago y paso mucha sed justo en el punto en el que nos encontramos, y no había nada cerca, por lo que decidió dejarlo todo e ir a ese lugar a montar un pequeño oasis. Y de eso hacía solo unos meses. Dice que no es por ánimo de lucro (pero…2 euros el café con leche soluble). También me dice que perdió hace unos días millón y medio de euros por unos pisos y que tiene un yate con el que fue hace poco al polo norte. Yo le sigo la corriente y le escucho fingiendo interés, por cordialidad, a la vez que no puedo evitar analizarlo como espécimen humano. Finalmente me acabo el café y me pide la credencial, en la que me cuña con una dedicatoria. También hay un mural de papel con muchas dedicatorias y una libreta personal donde le escriben cosas… yo no escribo nada en ningún sitio. No lo veo mal hombre, ojalá fuera verdad pero no me creo su historia, algo en él no me cuadra, demasiada sobreactuación peregrina. Pero cada cual que haga lo que quiera. Ahí está el hombre de buena mañana en medio de nada, con la intención de pasar el día rodeado de peregrinos, que es lo que le apetece y eso lo respeto. Le doy la mano y me despido de él.

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Unos pocos km después empieza a llover y me mojo un poco, empiezo a sentir frío, siempre espero demasiado para ponerme capas encima. Estoy en la entrada de un pueblo por lo que me meto en el primer bar que encuentro a tomarme algo calentito y descansar un rato. Unos minutos después entran la pareja de españoles gallegos y la chica madrileña, algo empapados. La chica me dice que ha pasado mucho calor con el impermeable y que está sudando, se levanta la ropa para enseñarme su sujetador deportivo empapado en un gesto prescindible pero con un punto erótico y que me divierte. Se sientan conmigo y lo que era una parada rápida acaba siendo un almuerzo y un rato de charla.

Finalmente salimos y, en lugar de ir a mi ritmo, decido quedarme con ellos un rato en el camino. El chico, Ángel, es funcionario de prisiones y hablo bastante con él y sobre la similitud de nuestros trabajos. Sobre todo de lo que se aprende de la gente con la que trabajas.

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Su mujer es enfermera, también con una filosofía muy interesante relacionada con su trabajo y la proximidad continua de su experiencia a la muerte de otros. La chica de Madrid es muy simpática y alegre. Suelen viajar ella y su marido por separado. Sabe que eso no suele ser habitual y no entiende por qué parece que haya que hacerlo todo junto a tu pareja. Dice que está infravalorado echar de menos a tu compañero. Los tres son muy buena gente. Finalizarán la etapa en Logroño. Yo tengo pensado, si los pies me aguantan, hacer unos 10 kilómetros más hasta Navarrete.

Nos despedimos unos pocos km antes de Logroño donde ya cojo mi ritmo habitual.

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Al llegar a Logroño me siento más dolorido de lo que esperaba en la pierna y pies izquierdos… Me parece una ciudad enorme en la que no me apetece nada quedarme. Son las 14:00 pero tengo toda la tarde por delante, así que continúo. Me cuesta mucho rato atravesarla, se me hace pesado y largo, aunque hay cosas bonitas.

Empiezo a tener apetito y compro de camino, en el centro, unas pastas en un pequeño sitio de galletas de autor-ecológico-veganas… que me sorprenden por lo buenísimas que están. Si recordara el nombre lo recomendaría.

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Al final de Logroño hay un gran parque que me recuerda al que hay en Valencia en el antiguo cauce del Turia. Ha mejorado el tiempo y me siento a comer en un banco un bocadillo que tenía en la mochila.Noto que al parar el dolor aumenta y tras el bocadillo me hago unas curas completas en los pies, con ampollas pero sin infecciones.

Cuando estoy listo retomo la marcha y al caminar unos minutos ya empiezo a notar menos el dolor. Al menos ya hace tiempo que de la mochila ni me entero.

Después del parque me encuentro en un entorno muy bonito junto a un gran lago lleno de patos y rodeado de naturaleza. Preparado como zona de ocio para la gente que vive por la zona. Me siento animado para los pocos km que me quedan por delante.

Finalmente llego a Navarrete y siguiendo las indicaciones de una señora muy amable que me acompaña encuentro el albergue municipal.

Son las 17:00 y nada más entrar veo sentada en la recepción registrándose a la argentina que ayer conocí en Torres del Río y que también acaba de llegar. Cuando me ve sonríe con sorpresa y estira el brazo presentándose como Liliana, yo le devuelvo el gesto y también me presento… ayer nos saltamos las presentaciones, no suelen hacer mucha falta por aquí.

Charlamos un rato con el hospitalero sentados, mientras nos registramos y tomamos un poco de aire hasta que nos acompaña a las dos últimas literas libres que quedan en una habitación en las que nos instalamos.

A continuación me pego una buena ducha, con la que ya me siento recuperado de la dura etapa de hoy y, siendo las 17:30, mis intenciones son los de dar una vuelta por el pueblo y comprar alguna cosa comestible para llevar en la mochila. Por si me entra hambre de camino o me encuentro un oso.

Paso por el comedor, donde el hospitalero y la argentina conversan. Ella con cara de interesada y el hombre dando un repaso a la historia universal y a su vida. Es un hombre mayor con muchísima lucidez y conocimientos generales. Un tipo interesante que está allí como voluntario por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de la que ya he hablado alguna vez.

El pueblo es pequeño, pero no del tipo «aldea remota de montaña». Tiene todos los servicios y se ve vida: gente por las calles, niños…

Liliana se ofrece a acompañarme en mi paseo por el pueblo, luego nos tomamos algo en un bar cercano… Nos reímos un rato, es una chica simpática e interesante, con mucha personalidad y vitalidad. Creo que tendrá unos 40 años pero aparenta muchos menos. El paseo se nos alarga un poco y se nos hace la hora de cenar, así que decidimos buscar un sitio donde nos puedan servir algo decente. No hay muchas opciones que nos atraigan pero por la zona encontramos un bar restaurante donde pueden darnos un menú de peregrino acompañado de una botella de vino que, supongo, será en parte el culpable de que al rato me dé cuenta de lo bien que huele esta chica y de que cosas como el pequeño piercing que lleva en la nariz o su acento argentino empiecen a parecerme muy atractivos.

Terminamos la cena rápidamente al darnos cuenta de que están a punto de ser las 22:00 y nos van a cerrar el albergue. Llegamos justo a tiempo, ya estaban cerrando… nos acostamos en nuestras correspondientes y separadas camas intentando no hacer mucho ruido porque la gente ya está acostada. Mañana será mi último día.

Camino de Santiago 2015: Etapa 8. Estella – Torres del Río

Día 8: Estella – Torres del Río

 26     Octubre 2015

Ruta en Wikiloc

A las 6:00 estoy despierto y me tomo un café en el comedor haciendo algo de tiempo.

Hay un chico de Barcelona con el que hablo un rato, está haciendo el camino en una bicicleta plegable, es una modalidad que no conocía pero por lo visto hay gente que lo hace de esta forma.

Salgo y encuentro un sitio donde hacerme un café decente y una tostada mientras amanece un poco más, escribiendo un rato.

Inicio la marcha tranquilamente, hace buen tiempo.

A poca distancia me encuentro con el monasterio y las bodegas de vino de Iratche con su famosa fuente del vino que invita a los peregrinos a beber de ella. Me encuentro a unos peregrinos allí con los que charlo un rato y bebo un poco de la fuente de vino. Recuerdo que Juan, aquel peregrino vagabundo que conocí en el albergue de Sangüesa y gran aficionado al vino, me habló de esta fuente. Me dijo que la última vez que pasó por aquí acampó tres días en la zona.

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El camino transcurre a través de huertos grandes y horizontes alejados con presencia cada vez más habitual de viñedos con sus tonalidades otoñales.IMG_20151026_094746

A unos 20 km y sin pendientes notables llego a Los Arcos, que me lo planteaba como una posible parada de fin de etapa. Juego un rato con unos perros y unas cabras que hay por ahí pero son las 13:00 y no estoy nada cansado. Me quedan pocos días de estar aquí y me apetece hacer camino, así que continúo hasta la siguiente población, unos 10 km más adelante.

Llego a Torres del río sobre las 14:30, y ahora sí que estoy cansado y además, con mucho apetito. Sigo teniendo molestias en el pie izquierdo y un poco en la rodilla. Al parar me resiento un poco, pero nada grave. Esta vez vengo con un buen botiquín y soy más cuidadoso con las curas y los cuidados de mis pies. Buen calzado, untarlos de vaselina antes de empezar la etapa… Intento no hacer el animal como el año pasado cuando acabé con los pies llenos de agujeros.

Es un pueblo pequeño, se nota que hay muy pocos habitantes y que es posible que se mantenga habitado gracias el paso de los peregrinos y turistas. Encuentro un restaurante a los pocos metros que parece tener un menú interesante y entro. Pregunto por el albergue y me dicen que también son albergue, Aquí por lo visto no hay albergue público y solo quedan un par privados. Las instalaciones no parecen estar mal y el precio son 10€ por lo que decido quedarme. Así que bajo la mochila a la habitación (No hay nadie todavía) me aseo un poco y me subo al comedor del restaurante a comer antes de que se haga más tarde. Hoy sí que disfruto con el menú.

Mientras como veo entrar por la puerta a una pareja de españoles de Galicia junto a una chica de Madrid de origen venezolano con los que ya me había cruzado en la fuente de vino y en otros puntos del camino. Los conocí ayer en Estella y por lo visto han hecho la etapa juntos. Nos saludamos y les recomiendo el menú.

Cuando termino de comer bajo al dormitorio donde también están los baños: me pego una reconfortante ducha y me tumbo un rato en la cama cerca de donde están los otros peregrinos, y con los que paso un buen rato hablando.

Aparece una chica muy mona, no la había visto antes. Se mete al fondo de la habitación y se tumba allí el resto del día, apenas interactúa con nadie… Una chica solitaria y reservada, lo respeto y la entiendo perfectamente. También aparece el coreano del chocolate que pese a superar los 40 emite cierta ternura infantil. Se instala en la cama que tengo al lado y se pega una monumental siesta.IMG_20151026_144747

A media tarde y tras ya haberme curado, aseado y descansado un buen rato, decido salir a dar una vuelta por el pueblo y ver si encuentro una pequeña tienda para comprar alguna lata de atún y pan para almorzar mañana. Callejeando un poco encuentro el otro albergue no demasiado lejos, con una decoración muy hippie, no veo a nadie por ahí. Y más adelante la pequeña tienda, donde hay una mujer muy simpática que me atiende. A la salida y de vuelta me encuentro por la zona del otro albergue a una peregrina sentada en medio de la calle jugando con un gato y escuchando las batallitas de un señor mayor del pueblo. Al pasar la saludo y me presento. Se trata de una chica argentina que está sola en el otro albergue. Muy simpática y me quedo un rato charlando con ella y con el señor nativo que parece disfrutar mucho de la compañía de gente joven. La chica es la primera vez que está en España, le hablaron del camino y le dio curiosidad, me dice que en su país todavía no es demasiado conocido, así que está aquí disfrutando de sus vacaciones un mes con su mochila. Va a hacerlo completo hasta Santiago aunque yo le recomiendo que finalice, si puede, en Finisterre; viendo la puesta de sol junto al faro como yo hice el año pasado. Con la gente emocionada sentada en las rocas en lo que es el auténtico final del camino, en una extraña soledad en comunión.

¿Qué es Finisterre? Me pregunta. Le explico que es el “fin del mundo” para los antiguos, creían que allí se acababa la tierra y por eso el origen del peregrinaje por el camino de las estrellas hacia el oeste, persiguiendo la puesta del sol. También le digo que a mí Santiago me pareció bonito, pero que en mi opinión pierde mucho por ser un enorme centro comercial de souvenirs gestionado por la iglesia y diseñado para vaciar el bolsillo del peregrino.

Ella no sabía nada de Finisterre y me agradece el consejo, dice que terminará allí. Nos despedimos y vuelvo al albergue invitándola a pasar por allí si se aburre, donde estamos unos pocos españoles. Me comenta que no lleva demasiado bien el inglés y que es agradable hablar con algún español. Cosa que entiendo.

Vuelvo al albergue, a la cafetería del restaurante donde hay un sofá aparentemente muy cómodo y me siento un rato a leer mientras me tomo un té. ¡Un sofá! Que bueno…

Enfrente tengo unas señoras en una mesa hablando de cementerios y muertos, yo sigo con mi libro de zombies. Al rato aparecen la pareja gallega con la chica de Madrid y se sientan conmigo, charlamos un rato más… son muy buena gente y bastante divertidos, y acabamos al rato cenando algo en el restaurante.

Finalizada la cena nos acostamos e intentamos dormir, cosa que el coreano de la cama de al lado nos pone muy difícil con sus ronquidos y apneas.

 

Camino de Santiago 2015: Etapa 7. Puente de la Reina – Estella

Día 7: Puente de la Reina – Estella

25     Octubre 2015

Ruta en Wikiloc

IMG_20151025_073853Me despierto y desayuno en el albergue. Me preparo unos cafés solubles y como alguna pasta que compré el día anterior. Al volver a mi litera a recoger mis cosas el chico que dormía en la litera de encima y que se acababa de levantar, un italiano de unos 38 años, corpulento, medio hablando español me pide disculpas por los ronquidos. Yo sorprendido por el gesto le digo que no importa, que tranquilo y continúo con lo mío cuando me doy cuenta de que me sigue mirando y me dice que yo también ronco. Le digo que así es, que ya lo sé… que es lo que hay. Sigue sin moverse en frente de mí, me dice que él usa tapones, y me los enseña. No sé de qué va esto pero algo se me escapa y le digo que sí, muy bien… que yo también los uso. Finalmente me pregunta extrañado si era yo el que lo cogía y zarandeaba la noche anterior cuando dormíamos. Y le respondo un sorprendido no entre risas. Dice que alguien lo cogía por la noche y que lo movía, y estaba algo mosqueado porque a él no le tocaba ni su madre, se pensaba que era yo; va con otro italiano que estaba delante también y dice que a él le ha pasado lo mismo un par de veces esa noche, y que a la tercera, cuando ha sentido la mano encima la ha cogido y resulta que era de la chica joven francesa que dormía en su litera de abajo. La cual se llevó un buen susto. Nos reímos los tres y estamos de acuerdo en eso de que quien no soporta los ronquidos y las pegas de dormir en un albergue, le quedan los hoteles. Pero que si va a lo barato, hay que ser tolerantes. No se puede ir zarandeando a la gente porque roncan.
Salgo de Puente de la Reina sobre las 7:00. Esta noche ha cambiado la hora (A las 3 son las 2) y así nos hacen creer que amanece antes. Me espera una etapa por delante de 23 km hasta Estella.
Es el primer día en el que me cruzo con peregrinos en el camino. No demasiados porque a mí me gusta salir pronto y suelo ser de los primeros. Hay una fuerte subida nada más comenzar, de unos tres km, me hace sudar un rato y al llegar arriba me siento a echar un trago de agua encontrándome con una tableta de chocolate que tenía guardada en la mochila y a la que decido quitarle un trozo. Acercándose veo a un coreano cuesta arriba, sudando abundantemente y con una expresión bastante angustiosa; al pasar junto a mi le ofrezco un trozo de chocolate que me acepta muy sonriente y que devora como si en ese momento de ello dependiese su vida.IMG_20151025_093704
Tengo molestias en la planta del pie izquierdo… empiezo a pensar que tengo algo raro en un punto concreto del pie y que me da problemas siempre que me da por caminar algunos km, algo profundo y punzante, mientras que el resto de mí se adapta perfectamente. Igual me lo miro más adelante, pero de momento aguanto bien.
A mitad del camino, en un pequeño pueblo, me encuentro con una chica muy mona de unos 36 años, tal vez alguno más. Con una enorme mochila rosa y ropa deportiva ajustada, se la ve en forma y está sentada en un escalón de un parque, escribiendo algo en un IPad. Cuadra con el perfil de “fashion-grina” al que me hizo referencia un amigo que volvió hace poco de hacer el camino. Me saluda con una simpática sonrisa y le devuelvo el saludo.
Un poco más adelante veo un bar/albergue y entro a tomarme algo para almorzar. Son las 10:30 aprox. Me tomo un café con leche y unas migas mientras charlo con una camarera muy simpática. Tras un rato decido retomar la marcha y a la salida del pueblo me encuentro de nuevo con la guapa fashion-grina consultando unos papeles mientras se come una manzana. Nos volvemos a saludar y continúo la marcha mientras noto que se me queda mirando, o eso me hace pensar mi tal vez lujurioso subconsciente.
Continúo por el camino unos pocos km sin ninguna dificultad destacable. En el siguiente pueblo, a unos 5km al final de la etapa, paro a tomarme otro café en la terraza de una cafetería y porque no? a ver si pasa la chica de antes y se sienta a tomar algo, que me ha dado curiosidad. Tarda unos 10 minutos en llegar y me mira sonriente, le ofrezco sentarse conmigo a descansar un rato y acepta casi incluso antes de que se lo proponga. Empezamos a hablar con muy buen rollo mientras nos tomamos los cafés y unas pastas que están buenísimas. La chica es americana, concretamente de Texas y de origen mexicano, habla perfectamente el español y agradecí esto a los dioses. Estamos conversando un buen rato en esa terraza y decidimos continuar el camino juntos. Pasamos el resto de la etapa sin parar de hablar. Según me cuenta pertenece a una familia adinerada y eso hace que pese a su edad nunca haya necesitado trabajar. Se dedica a la buena vida, viajar, etc… Sin compromisos ni fechas; pero no por ello se sentía plena. A su vez también es una chica muy accesible y sencilla. Una cosa que me llamó la atención es que me dijo que envidiaba a aquellas personas que trabajaban y que son felices en su vida sencillamente haciendo por ejemplo, jabón… No sé qué imagen tendrá esta chica de la gente que es feliz haciendo jabón pero estoy seguro de que está muy lejos de la realidad. No es la primera vez que hablo con gente que ha tenido una vida como la que parece que tiene esta chica y he notado eso mismo. Esa distancia de desconocimiento sobre una vida tan distinta a la que están acostumbrados y que estoy seguro también tenemos los que “hacemos jabón” hacia personas así. Eso me produce una sensación parcialmente de ofensa combinada con sorpresa al ver que realmente parecen distintos, pero no necesariamente son mala gente como me incitan a pensar esos sigilosos prejuicios que yo también tengo. Recuerdo una vez en un viaje en coche compartido en el que coincidí con un chico que iba como pasajero y que viajaba así para cruzarse con gente “sencilla”. Fue un viaje interesante y una conversación tensa, pero aprendí mucho y acabamos pasándonos los teléfonos. Al llegar a Valencia le tuve incluso que enseñar cómo funcionaba el metro, siendo él de ahí… pero eso es otra historia.
Volviendo a la chica del camino. Solía hacer unos 10 o 15 km al día, no más. Y no le hacía mucha gracia dormir en albergues. Acudía a hoteles y a habitaciones privadas. Le recomendé que lo que tenía que hacer es precisamente ir a albergues, que es donde está la gente y vivir con ellos. Pero no le atrajo mucho la idea eso de compartir habitación y aseos; me dijo que igual lo probaba algún día, en el tono en el que se suele decir eso de “A ver si quedamos y nos tomamos un café algún día”.
La conversación alcanza niveles muy personales por parte de los dos, como suele pasar en estos sitios en los que no te da miedo mostrarte tal cual eres porque no importa quién seas, lo cual alivia mucho más de lo que parece.
Llegamos a Estella casi sin darnos cuenta y nada más al principio nos encontramos con el albergue público en el cual me tenía pensado quedarme a pernoctar. Ella dice que continuará un poco y nos despedimos dándonos la mano (¡!), una sonrisa y un “a ver si nos encontramos luego por ahí”. En seguida pensé que podía haberle dejado el teléfono y haber quedado luego… no sé, puede que me venciera la timidez porque me daba la sensación de que podría haber tenido una experiencia más interesante en el encuentro con esta chica. Pero antes de darme cuenta se había marchado y me quedé con las ganas de descubrirlo (sensación que no me gustó) y nunca más la volvería a ver… Tomé nota mental de esto, es preferible un fracaso o rechazo. Pero al final he pasado un buen rato. Recuerdo que no hace demasiado tiempo yo hubiera sido incluso incapaz de haberle propuesto sentarse conmigo a tomarse algo mostrándome natural y tranquilo. IMG_20151025_161830
Me instalo en el albergue y a continuación como un menú repugnante en un restaurante italiano cercano al que debería haber prendido fuego al marcharme. Al volver al albergue me encuentro con los chicos italianos zarandeados de la noche anterior, bromeo diciéndoles seriamente que no se les ocurra roncar esta noche y hablamos un rato. Son unos carabineros italianos que han venido a unas vacaciones para relajarse… por lo visto en su vida ordinaria tienen algo que les perturba y vienen a intentar disiparlo. Son muy simpáticos y me invitan a acompañarles en la comida, y se lo agradezco pero acababa de comer y necesitaba un descanso en ese momento. Me encuentro extrañamente cansado, puede que incluso algo febril. No sé si es que me estaré resfriando. Espero no enfermar en mitad de mis vacaciones.
Me tumbo un buen rato en la cama. Avanzada la tarde doy una vuelta por el pueblo, es un sitio bonito. IMG_20151025_165525Hago algunas fotos… lo típico. Y a la vuelta me siento en un banco que hay frente al albergue, que me parece un buen sitio para leer un rato. Hay un grupo de chavales sentados junto a la entrada del albergue, de diferentes nacionalidades y que rondan los 25 años. Uno de ellos es un chico de Canarias, Dani, muy simpático. Charlamos un rato y me presenta a los que están con él. Una chica coreana, un chico canadiense y unos cuantos más… se han ido juntando estos pocos días que llevan de ruta y han hecho grupo. Mi monolingüismo reduce de nuevo el nivel de mis conversaciones al tratar con ellos pero para un rato está bien. Es gente agradable y poco después continúo con lo mío leyendo relajadamente, que me apetece en ese momento más que ver como intentan hacerme sentir integrado en un grupo cuando no es posible y además, no es lo que estoy buscando.
Sobre las 19:00 la gente ya está cenando… para mí es demasiado pronto. Hay bastante presencia de peregrinos en el albergue, algunos españoles con los que converso a ratos. En general se respira buen ambiente.
Sobre las 20:00 ceno y a las 21:00 me acuesto en mi litera, algo aburrido ya la verdad. No tardo en dormirme pero un grupo de chavales entra a las 22:00 haciendo bastante ruido y recitando algo durante un rato que parece eterno. Consigo aguantarlo sin gruñir.
Finalmente vuelvo a dormirme.

Camino de Santiago 2015: Etapa 6. Tiebas – Puente de la Reina.

Día 6: Tiebas –  Puente de la Reina.

24     Octubre 2015

Ruta en Wikiloc

Me despierto muy temprano, intento dormir pero solo lo consigo a ratos por lo que finalmente acabo levantándome sobre las 6:30. Me voy a la cocina del albergue a hacerme un café y a que pase un poco el tiempo ya que todavía falta bastante para amanecer.IMG_20151024_094116

Sobre las 8:30 inicio la marcha.

IMG_20151024_112747Camino unos 18 Km sin dificultad, paisaje agradable similar al de estos últimos días, como era de esperar, cuando me llama mucho la atención una antigua y pequeña iglesia que hay antes de llegar a la población de Óbanos, casi al final de la etapa. Sale en las guías que he leído y tiene una característica forma octogonal. Da la sensación de que se va a celebrar una boda en ella por la gente que hay alrededor, sobre todo por el hecho de que hay una chica vestida de novia. Aun así me parece un sitio adecuado para sentarme un rato y descansar. IMG_20151024_113134Hay un ritual, según he leído, en el que todo peregrino que llega a este punto se debe de quitar las botas y darle ocho vueltas a la iglesia; Creo que daba suerte o algo así… por suerte ignoro este tipo de cosas.

A las 12:30 llego a Puente de la Reina, bastante pronto hoy. Es una población más grande que las últimas en las que he estado y hay más variedad de albergues. Además, con la etapa de hoy finalizo el Camino Aragonés y me incorporo al Camino Francés, que es el más conocido y concurrido. Tras una breve búsqueda en internet para ver que albergue me convendría decido hospedarme en el de “Padres Salvadores”, aunque no precisamente por el nombre.

Preveo que a partir de ahora me encuentre con más gente. Por el camino no me he encontrado con ningún peregrino pero al albergue van llegando unos cuantos: Una pareja de italianos, luego una chica americana con la que balbuceo un intento de conversación; también veo, como no, algún coreano… Esto ya se parece un poco al camino que recordaba del año pasado en el que estaba en compañía en bastantes ocasiones con más peregrinos, aunque en muchos casos, la sensación de estar solo continúa por la barrera del idioma. Pero tampoco es que sea una sensación desagradable exactamente, solo es una observación. Se sigue respirando un ambiente agradable y buen rollo.

Tras ducharme, instalarme y descansar un rato me voy a dar una vuelta por el pueblo. Me encuentro en la zona del centro y me parece muy bonito. Cerca hay también un mercado donde se puede ver muchos puestos familiares donde venden pimientos… IMG_20151024_201434junto a estos se ve a las familias tostándolos en una especie de horno giratorio y pelándolos. Hago algunas compras por la zona y vuelvo al albergue a hacerme algo de comer compartiendo un poco de vino y chocolate con la chica americana. El resto de la tarde estoy paseando, escuchando música, leyendo… Por la noche hay bastantes más peregrinos en el albergue, ninguno español. Por lo visto los españoles somos mucho más cuadriculados a la hora de seleccionar fecha para las vacaciones y no solemos hacerlas en Octubre.

Después de cenar estoy un rato en el comedor y me acuesto en mi litera.

 

Camino de Santiago 2015: Etapa 5. Izco – Tiebas

Día 5: Izco – Tiebas

23     Octubre 2015

Ruta en Wikiloc

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Me despierto muy pronto, sobre las 5:00, aunque he dormido muy bien. Estoy un rato leyendo y escribiendo en el gran comedor, en el que estoy solo. Estoy algo dolorido de los pies pero mejor que ayer. Por mis experiencias anteriores sé que sobre el cuarto y quinto día suelo tener algunas molestias, luego se suavizan y desaparecen. Como no quiero forzar y además, no estoy aquí para sufrir ni para competir con nada; sin más objetivo que el de relajarme y disfrutar, ya decidiré donde termino hoy la etapa. Sobre las 8:00 salgo del albergue y el día es claro, sin frío.

Un poco antes de llegar a Monreal entro en un terreno boscoso donde veo las llamativas superbabosas negras y helechos que acabaron siendo tan familiares en mi ruta por Galicia el año pasado. Incluso veo dos ciervos huyendo de mí. Me tomo un café con leche en Monreal, un pueblo muy bonito. Hubiera sido la parada de ayer si hubiera seguido la guía. Me planteo quedarme pero me encuentro muy bien y todavía es pronto, solo llevo 10 km, así que decido seguir hasta Tiebas que está a otros 13 km, y es donde se encuentra el siguiente albergue.IMG_20151023_094511

Mientras me tomaba el café tranquilamente estudiando a los nativos recibo un mensaje de una chica con la que quedé durante un par de días este verano y de la que no he sabido nada en estos meses… me comenta que charlando con una amiga suya, esta le decía que hay un chico “supermono” al que le gustaría conocer y resulta que ese chico soy yo. Le comento que será mi vigilante sustituto en el supermercado mientras estoy de vacaciones. Un chaval fuertecito y guapete, con los ojos claros, que cuando vino a sustituir las vacaciones de mi otro compañero revoluciono un poco el supermercado… yo no soy “supermono”, como mucho llego a medio guapo, aunque ella me insiste en que sí que soy yo. Me manda una fotografía con su teléfono y reconozco a la clienta, una chica muy guapa que estoy acostumbrado a ver en el supermercado y que pasa siempre evadiendo la mirada en uno de esos gestos que no acabo de interpretar bien en la gente… Me siento un poco como mercancía de intercambio pero tal vez luego le envíe un mensaje, a ver qué pasa. Aunque siendo amiga de quien es, no creo que me encuentre con alguien que me resulte interesante. De momento continuaré con lo que estoy ahora, que es fabricar ampollas.IMG_20151023_100941

El resto del camino es casi todo a través de una vía forestal hormigonada pero muy agradable. Se me pasa rápido y a las 14:00 llego a Tiebas, en el que me llama la atención un castillo en ruinas que hay en la entrada… me parece un sitio bonito y confortable, pequeño pero con algo más de vida que Izco. Rápidamente encuentro el bar del pueblo y como allí un menú excesivamente caro y mediocre antes de ir al albergue.

Al llegar al albergue me encuentro a un hospitalero muy amable, se llama Goldo, y el albergue es cómodo y completo, aunque como está siendo habitual y era previsible, no hay nadie, tampoco me he cruzado con ningún peregrino durante el camino.

Me instalo; algo que suena a demasiado complejo para lo que es el simple gesto de dejar la mochila y sacar la bolsa de aseo que necesito para pegarme una buena ducha. Y tras ponerme las chanclas y otra ropa más cómoda me voy a pasear un rato por el pueblo; algo que también suena a excesivo para lo que realmente hago en una calle que empieza en un castillo en ruinas y acaba en una iglesia, con casas habitadas a sus dos lados (sin menospreciar en absoluto).

Tras este rato de paseo vuelvo al albergue y me encuentro a un peregrino joven que acaba de llegar, francés. Se llama Gil y me cuenta que ha empezado a caminar desde el interior de Francia. Ya lleva unas dos semanas y se dirige a Finisterre. Un chaval de unos veinte años muy agradable que va a dedicarse una temporada a viajar. Por lo que hablo con él se ve que es un chico muy espiritual y esa es su motivación para el peregrinaje. Estudia medicina oriental, medita… No sabe mucho español pero conseguimos mantener una conversación agradable y bastante completa mientras maneja sorprendentemente rápido su pequeño diccionario de bolsillo.

Sobre las 20:00 cenamos en el albergue, Goldo baja algunas cosas de su casa para la cena de Gil (Yo ya la tengo en la mochila) y sospechando que las habilidades culinarias del joven francés no están muy desarrolladas decide hacerle la cena él mismo. Cocina unos filetes de ternera y unos pimientos del piquillo, que me explica que son típicos de la zona y me insiste en que los pruebe, cosa que hago. Gil le pide algo de mayonesa para los filetes y Goldo se niega rotundamente explicándole que no se pone mayonesa en esa carne… Gil no se atreve a replicar. Cenamos, brindamos con un poco de vino que habían dejado algunos peregrinos anteriores y nos acostamos.

Hay una luz de emergencia en la puerta que ilumina tanto como un faro, así que extiendo una manta enganchada en el colchón de la litera de encima, que está desocupada (técnica aprendida en la mili) y tomo nota mental de llevarme un antifaz para la próxima vez.

Mañana será una etapa corta hasta Puente de la Reina, donde finaliza el Camino Aragonés al unirse con el Francés, por el que continuaré unos días. Imagino que ahí ya encontraré más peregrinos… Pero ya veré mañana.

Camino de Santiago 2015: Etapa 4. Sangüesa – Izco.

Día 4: Sangüesa – Izco

22     Octubre 2015

Ruta similar en Wikiloc

Nos levantamos todos sobre las 7:30… Estoy levantándome un poco tarde para mi gusto si comparo con el año pasado. Pero por otro lado, tampoco tengo ninguna prisa.
Preparo todo y desayuno con el resto de peregrinos. Las francesas terminan hoy y vuelven a sus casas. Juan va en la otra dirección. Me despido de todos e inicio la etapa de hoy.
Me he levantado dolorido, lo pies y la rodilla izquierda me molestan bastante y no sé si me conviene hacer la etapa completa y arriesgarme a desarrollar problemas más serios o debería hacer una parada antes y pasar allí la noche. Me gustaría llegar a Monreal, pero ya veremos… seguramente pararé en Izco que es donde se encuentra el próximo albergue.
IMG_20151022_103649La ruta es bastante cómoda aunque hoy sí que siento cada paso. En un tramo me despisto y no veo un desvío que debería de haber cogido, me doy cuenta dos kilómetros más adelante y me toca deshacer el camino hasta encontrar el desvío. El GPS me está siendo útil cuando tengo algunas dudas.
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En esta parte del camino me llama la atención de repente encontrarme con una vaca solitaria que viene hacia mí, algo asustadiza y marcando distancias. Compruebo que no tiene ni el más mínimo comportamiento hostil… son extremadamente dóciles y me hacen mucha gracia.
Más adelante me encuentro otras dos. Por lo que veo en esta zona el ganado se cría suelto. A una de ellas le lanzo una manzana que tenía en la mochila y al acercarse tímidamente y comerla noto como le cambia la expresión de la cara y me mira dejando a un lado la timidez y acercándose a ver si tengo más. Las otras dos que me quedaban se las come directamente de mi mano mientras la acaricio… vlcsnap-00014también intenta comerse mi móvil y olfatea mi mochila. Tras comprobar que no me queda nada comestible no tarda en perder el interés y se marcha con su compañera por donde yo había venido.
Encuentro a un lado del camino un grupo de caballos muy corpulentos y algo pequeños, se mantienen juntos y relajados pero vigilándome. Por su aspecto creo que pueden ser criados por la carne. Tampoco tienen vallas aunque a estos no me voy a acercar, no me miran demasiado bien.
Ya me estoy acercando a Izco, veo un perro con una especie de antena que le sale del lomo y que más tarde me comentan que es un GPS para no perderlo… nunca había visto a un perro con una antena. Poco después un grupo de cazadores a un lado del camino durante un tramo, separados cada 100 m aproximadamente. Llevan chalecos reflectantes pero no me da ninguna tranquilidad tener a un lado gente armada deseando matar algo. Yo intento mostrarme lo más visible que puedo. Por lo que me comentan están intentando cazar jabalíes aunque con poco éxito de momento. De vez en cuando se oye algún disparo lejano.
Por fin llego a Izco. Son las 14:30 y voy a quedarme aquí.IMG_20151022_140747
Es un pueblo muy pequeño, con apariencia moderna, en seguida encuentro el albergue y lo que parece un bar, al que se accede por el mismo sitio. Al entrar en él me encuentro a dos hombres en la barra y una chica tras ella. Saludo y pido una cerveza, me comentan que eso no es un bar, si no una “sociedad” para uso de la gente del pueblo… me hacen entender que es privado pero me sirven amablemente la cerveza y tenemos una simpática conversación durante un rato. Uno de ellos me abre el albergue por una puerta que está junto a nosotros, aunque no es el encargado de gestionarlo. Él mismo avisa a la hospitalera por teléfono informando de que ha llegado un peregrino; de momento soy el único.
A los pocos minutos cierran la sociedad y me instalo en el albergue. Ya llegará la hospitalera y haremos cuentas, me sellarán la credencial, etc… El hombre que me abre el albergue se llama Pablo, es un escultor que vive desde hace unos años en el pueblo. Me invita a hacerle una visita luego para ver su taller, que está en una casa cercana, bueno, como todas las casas del pueblo… Aquí hay 28 habitantes por lo que me comenta Pablo.
Es un albergue con un comedor muy grande, televisión, una excelente cocina. Muy confortable pero un poco incómodo si tengo que estar sólo.
Tras ducharme y comer algo que llevaba en la mochila me lleno con agua y sal una cubeta que encuentro y meto allí los pies mientras veo la tele en ese enorme comedor.
Al poco rato veo que entran una pareja de peregrinos “light” de los que hacen etapas a días sueltos, con pequeñas mochilas. Al entrar buscan el sello del albergue y cuñan sus dos credenciales y la del hijo, que no ha podido ir esta vez. Hay mucha gente que tiene afición a eso de coleccionar los sellos. Lo entiendo y me parece perfecto. A mí personalmente me da igual y la credencial es sencillamente para acreditar que soy un peregrino en los albergues… yo ni miro los sellos.
Descansan un rato y me comentan que han perdido el autobús que debería de llevarles de vuelta a su punto de origen, y que el próximo tardará una hora. Yo les ofrezco lo único que puedo, que es un poco de café soluble que tengo en la cocina y que se sirvan ya que como ven, tengo los pies sumergidos… tenemos una conversación agradable durante un rato y poco después se marchan.
Aparece la hospitalera, muy amable, y formalizamos el registro. Antes de irse me informa de que cerrará con llave el acceso a la sociedad y me enseña una puerta que es la que deberé de usar. También me informa que si oigo voces en la sociedad que no me preocupe, que serán los del pueblo que por las tardes se reúnen ahí… Tengo que admitir que no me ha gustado demasiado eso. Son muy agradables y hospitalarios; hacen un albergue en un esfuerzo común todos los del pueblo… pero no hay nada que hacer allí: solo hay unas casas y esa sociedad a la cual ya me han hecho entender que no puedo acceder, que es de uso privado del pueblo.
Lavo mi ropa interior a mano en un lavadero que hay en el exterior, al lado de mi puerta de acceso “autorizada”.
A media tarde salgo a hacer una visita a Pablo Juarros, el escultor, sobre todo porque ya me había comprometido a hacerle la visita pero no ausente de curiosidad por conocerle un poco y ver qué es lo que hace.
Al acercarme a su casa veo un jardín con algunas esculturas metálicas con aspecto de naturaleza algo “robótica”: Unas flores, arañas y otros animales. Él está con una máscara de soldador haciendo una especie de valla. Le saludo varias veces hasta que al final me oye y me invita a pasar muy amable. El taller, que es un garaje adaptado, está lleno de piezas y esculturas de todo tipo en mármol y otros materiales además de metal.
Me enseña su casa, confortable y con un estilo muy personal; sus cuadros, su historia. Hace alguna exposición de vez en cuando donde con suerte consigue vender algo y ha logrado hacer de su afición su forma de vida, abandonando lo que era su oficio en la metalurgia y viviendo tranquilo en este pueblo. Un tipo interesante y paso un buen rato.
Vuelvo a mi jaula de peregrinos y me tiro allí el resto de la tarde en el comedor: leyendo, escribiendo, viendo la tele uno poco… Tampoco está tan mal, me conviene descansar y recuperarme a ver si me encuentro mejor al día siguiente. Agradezco de vez en cuando estar solo, o mejor dicho, lo necesito a menudo, aunque me conformo con un rato o unas horas.
Sobre las 22:00 me acuesto en la cama.