Ahora que por fin llegó la indiferencia…


En la anterior entrada hablo sobre el rencor y sobre el odio. No creo que el odio sea algo malo si no acaba por dominarte. A veces es una necesidad, una reacción paralela al dolor. Y como comento en esa entrada tiene su aplicación práctica.

Recientemente he estado odiando a alguien durante unos meses. No era un odio de desearle que sufriera o que pasase algún mal, para nada… como mucho que se pusiera un poco gorda. Puede que haya diferentes formas de odiar, como las hay de querer. Era un odio que venía de la decepción, un reflejo del daño que me hizo… Un odio que brotaba de dentro de mí precisamente porque la quería, porque la echaba de menos, y por su rechazo.

No estoy seguro de si odiar es una decisión voluntaria o una reacción incontrolada. No odio a alguien voluntariamente como si moviera un músculo, no me gusta odiar. Pero la visión que tenemos del mundo y de las cosas que nos suceden es subjetiva. Nos la creamos nosotros mismos, y eso sí que podemos controlarlo. Podemos ver las cosas de la forma que más nos interese, de hecho lo hacemos continuamente. Y es en ese punto donde yo creo que decidí “verla” desde una perspectiva que me permitiera odiarla.

comparacionesNo era la primera vez que me rompen el corazón, tampoco tengo tanta experiencia en esto pero por lo visto cada vez es diferente. Yo mantengo contacto con una chica con la que tuve una relación durante trece años. Siempre que puedo le hago una visita y me encanta verla y hablar con ella. En ese caso fui yo quien le hizo mucho daño. Fue una persona muy importante en mi vida. Decidí continuar mi relación con ella de otra forma. Consideré que valía la pena. Hay una amistad y un cariño mutuo pese a que cada uno lleva su vida. Y me siento muy orgulloso por ello.

Sólo hay otra relación equiparable en importancia a esta. Fueron cuatro años, vivimos juntos y teníamos bastantes cosas en común… otras no. Me cree unas expectativas y sin darme cuenta, desde el principio, ella empezó a hacerse una parte importante de mi mundo. Una parte en mí casi tangible. Antes de darme cuenta empecé a pensar por dos personas y la visión que tenía de mi mismo era una combinación creada por mi “yo” y esa otra parte virtual de la que ella era dueña. De estas cosas uno es consciente después.

Llegó la ruptura. Ella me dejó y me hundí, al principio. Esa parte de mí donde estaba ella se quedó huérfana, abandonada. Se convirtió en un vacío inútil y molesto. Perdí una parte de mi identidad. De esta parte es de donde salía ese dolor. Me sentía incompleto y sólo, además de defectuoso. Sabía que para superarlo tenía que dejar de sentir ese vacío. No sé si rellenándolo con otra cosa, o enquistándolo de alguna forma para ignorarlo. Sé que el tiempo va haciendo su trabajo. Pero sentí que yo también tenía que hacer algo.

Me di cuenta de que pensaba en ella en segunda persona, como si mantuviese una conversación o le escribiese alguna carta. O fantaseando algún encuentro futuro. No podía dejar de pensarla día a día, desde la mañana hasta la noche. Rozaba la locura, conversaba con ese «nada» donde antes estaba ella. Todo esto se notaba lógicamente en mi estado de ánimo, aunque la gente me decía que me veía muy bien para la mala racha que estaba pasando ya que tuve varios problemas seguidos. Yo no voy por los rincones llorando, y mantengo la calma, aunque estaba hecho polvo. Puede que sea fuerte como alguno dice. Pero ser fuerte no es que las cosas duelan menos.

Pensándola me di cuenta de cosas que no quise aceptar en su momento. Entiendo perfectamente que una relación se acabe. Y más la nuestra con la erosión que sufríamos ya desde hace un tiempo. Siempre supe que uno de los dos podía conocer una alternativa mejor y hace tiempo que no creo en los cuentos de hadas. Puedo entender la infidelidad, el cansancio, la decepción y el aburrimiento hacia la otra persona, el querer huir hacia otra vida que te llene más. Pero no puedo aceptar la mentira y la hipocresía.

Me dijo que llevaba un año pensando en dejarme… ¡Un año! ¿Soy imbécil y no me di cuenta? Sé que había tensiones, como en todas las relaciones. La vida no es fácil, hay problemas y eso afecta, pero bueno, por lo menos en mi caso lo aceptaba y confiaba en que viniesen tiempos mejores. Creía que ella sentía lo mismo. Me comentaba que estaba cansada de estar sola en casa mientras yo estaba en Valencia trabajando, que el trabajo no le iba bien. Me sentía fatal por no estar ahí con ella apoyándola cuando lo necesitaba. Yo le decía muchas veces que si no era feliz, que me dejara, que yo no quería ser la causa de su infelicidad. Que una relación no debe de ser un lastre… siempre he hablado claro con ella en estos términos. Yo también estaba sufriendo mucho echándola siempre de menos. Y no tenía un duro por estar viviendo en dos sitios. Además tenía mis problemas en el trabajo. Intentaba ahorrar lo que podía para poder por lo menos salir cuando pudiéramos a hacer una escapadita y desestresarnos, o para unas vacaciones en verano en Eslovenia, que sabía que le hacía ilusión. La quería y luchaba por ella, siempre pude hacer más y no soy perfecto, pero lo intenté.

Nunca he visto como un problema que ella saliera de marcha de vez en cuando, me parece ridículo. O que acompañara a una amiga en una cita, ellas dos y otros dos chicos. O que haga con ella un viaje al extranjero, o que pase un Sábado con un grupo entero de tíos tirándole los tejos… Ella me lo comentaba y lo vi normal, no soy nada celoso. Si ella quiere estar conmigo que esté y si no que me deje, así de sencillo. Paso de celos y tonterías, acepto la realidad.

Luego llegaron los últimos días: Yo le planteaba la opción de venirse a Valencia conmigo, que así no podíamos seguir. Ella me dijo que no se veía conmigo toda la vida… La cosa estaba clara, no duraría mucho. Noté como empecé a darle literalmente asco. Me retuve en la idea de que podía cambiar eso, pero en el fondo sabía que no. Deje de ver nuestra casa como hogar, solo eran objetos amontonados en un lugar que se estaba convirtiendo en ruinas. Duró pocos días más. Dos visitas a casa. En la penúltima era mi cumpleaños y ella hizo el paripé con los amigos… imagino que pensaba que no sería momento para dejarme… Que idiotez, que vergüenza siento por haber jugado ese papel tan patético en la relación, no era necesario. Me pidió sus pantalones favoritos con insistencia, cosa que me extrañó, decía que se los había dejado en Valencia y que se los acercara. La acompañé para comprarse una crema bronceadora que le gustaba en una farmacia concreta, decía que era para el bautizo de su sobrina, que era más de un mes después… también me extrañó tanta prisa. Mi regalo de cumpleaños fue una entrada a un concierto de Extremo Duro en Agosto que ella guardaría… Espero que se lo pasara muy bien con quien sea que fuese. Estuvimos algo apáticos esos días y volví a Valencia a trabajar.

Estuve trabajando unos quince días, largos y raros. Yo estaba agotado, hacía turnos de noche. Era el último día que trabajaba después de muchas jornadas a doce horas y hacía poco que había empezado ese día cuando la llamé. Estaba muy distante, igual que en los días anteriores a ese… Tuvimos una conversación vacía y sin ganas. Le pregunté claramente si me iba a dejar, y me dijo que al día siguiente hablaríamos, cuando volviera a Alcoy. Al rato de colgar recibí un mensaje suyo “Hola, estás aburrido? :)”. La volví a llamar, el teléfono estaba apagado… ese mensaje no era para mí. En la llamada me comentó, no recuerdo porqué, que la noche anterior había quedado con su amigo Ismael, para despedirse de él ya que volvía a Canarias… Supongo que la crema bronceadora que se compró era para estar más guapa para él, o para alguno de los nuevos amigos que iba haciendo y con los que me contaba que se lo pasaba tan bien. Como he dicho no soy celoso y aunque no me gustaba que quedara con gente con la que había tenido historias aceptaba que tenían una amistad, y que de vez en cuando tenía que quedar con él. Eso es la confianza. Tal vez hacerse un poco el imbécil. Pero ahí lo vi todo muy claro. Supongo que en ocasiones en la vida nos toca ser unos cornudos. Esa noche me sentí muy triste haciendo el turno y mis rondas, pero por otro lado me sentí muy aliviado. Sabía que no podíamos sacar más de la relación en el punto en el que estaba y necesitaba dejar de vivir siempre entre Valencia y Alcoy… liberarme y expandirme. Yo era demasiado cobarde para dejarla todavía, no tenía otra vida alternativa como tenía ella…. Ella era mi vida, y ella lo sabía. Aposté demasiado por ella. Y lo cierto es que tampoco valía tanto la pena.

Al día siguiente fue cuando me dejó, Llegué a Alcoy sin haber dormido. Esperé a que llegara de trabajar. Entró con la mirada baja, como con remordimientos. Me dio un beso en la mejilla y se metió en la habitación… se tiró un rato, entré y tuve que preguntarle tres veces si me iba a dejar para que me dijera que sí. Luego hablamos un rato, hizo bien su papel, soltó lágrimas y todo, pero yo solo veía alivio y alegría en sus ojos. Y lástima hacia mí, sé que daño no quería hacerme. Me regaló unos abrazos y me dijo lo que ella creía que yo quería oír. Le pedí perdón. – ¿Por qué? – Me preguntó ella. Me sorprendió el pedirle perdón. Le respondí que “No lo sé”. Pero lo sé… por haber permitido que ella viviera una relación tan patética al final. Sentí mucha vergüenza por haberme convertido en lo que era en ese momento. Por haberme fallado a mi mismo de esa forma.

También me dijo que le gustaría ir hablando conmigo y saber cómo me iba en la vida y en el trabajo. Le respondí que tal vez la llamaría dentro de un año o así. Me miro a los ojos, y noté su indiferencia a la respuesta.

Le robé un beso en los labios y me fui. Se sorprendió. Siempre nos reímos de que cuando la besé por primera vez le pedí permiso… Ese último beso no lo pensé, me salió. Se lo di porque sabía que desde ese momento empezaría a hacerla desaparecer para siempre de mi vida. Fue mi despedida. Me entristecía mucho el saber que algo tan importante en mi vida se iba a convertir en indiferente en un tiempo.

Ella tenía que recoger algunas cosas antes de irse a Alicante con sus padres, me diría algo cuando terminase para que yo volviera a lo que fue nuestra casa. Yo salí a pasear mi cadáver por Alcoy, no podía parar de caminar y de pensar, fui a llorarle a un amigo. Al rato recibí un mensaje “Ya he terminado. Gracias por hacer fácil lo que es tan difícil”… Encima le resultó fácil y me lo agradece, que se vaya a la mierda. Pensé.

Encerré todo esto tras un muro de contención… aunque me costó un tiempo saber retenerlo para poder llevar mi día a día con relativa normalidad.

Volví a Valencia, sería mi casa a partir de ahora. Mis compañeros de piso me ayudaron mucho, y poco después empecé a conocer gente que me apreciaban por como soy, me hicieron recuperar la confianza en mí mismo, y mi autoestima. El Camino de Santiago me ayudó muchísimo también. Más de lo que imaginaba.

Amor_OdioTambién tuve que odiarla durante un tiempo por todo esto que pasó al final para poder superarlo, aquí es donde tiene su utilidad práctica el odio… de las perspectivas que podía elegir me decidí por aquellas que me permitieran verla con asco y desprecio, aunque sabía que en el fondo no era así. Que era todo lo contrario… Solo intentaba hacer más llevadero la espera a ese momento en el que ella me fuera indiferente. En que se convirtiera en solo un recuerdo inútil más.

Me ha costado seis meses poder derribar ese muro de contención y ver las cosas tal y como pasaron. Y poder hablar de ellas sin sentir dolor. Conseguir pensar en ella en tercera persona. Ese hueco vacío ya no existe, ya no necesito llenarlo con nada. Ya no la quiero… y es un alivio.

No he querido saber nada de ella desde entonces. A quien me empezaba a hablar de ella le decía que parara. Que ella estaba “muerta” para mí y no quería saber nada, solo olvidarla. No le deseo ningún mal como he dicho antes, todo lo contrario, espero que le vaya genial y que sea muy feliz. Y no giraré la cabeza si me cruzo con ella. Incluso creo que me alegraría. Pero solo será una conocida desconocida más, y no voy a ser otro pelele de los que envía un mensaje en su cumpleaños y otro en Noche-vieja. Hace tiempo que decidí no anclar mi vida al pasado.

Pero para nada me arrepiento de haber estado con ella. Hemos pasado momentos maravillosos, pero tenía que acabarse. No guardo souvenirs de la relación pero sé que su influencia me acompañará toda mi vida, y que lo mismo pasará en ella. Eso es lo importante y a mí me basta.

solitario

Ahora me noto cambiado en muchas cosas, mejorado y con las ideas claras. Fuerte para enfrentarme a lo que me venga y para disfrutar mi vida en el día a día. Abierto a conocer a otra gente. Sin ganas de tener una relación de este tipo en mucho tiempo, aunque sin negarme a ella, simplemente ya no creo que necesite pareja.

Toca hacer mi vida como yo quiera, y compensar el tiempo perdido ahora que por fin llegó la indiferencia.

Hasta nunca Sara.

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